Acompañamiento en menopausia y perimenopausia

La perimenopausia es el período de transición que precede a la menopausia definitiva, durante el cual los niveles hormonales (estrógeno, progesterona y testosterona) comienzan a fluctuar e ir disminuyendo. Esa variabilidad hormonal es responsable de muchos de los síntomas que comúnmente se asocian con esta etapa: irregularidad menstrual, bochornos, sudoraciones nocturnas, insomnio, cambios del ánimo o irritabilidad, disminución de la libido, aumento de peso, entre otros. Finalmente, cuando cesa la menstruación durante 12 meses consecutivos y los ovarios prácticamente han dejado de producir hormonas, entramos en la menopausia.

Pero esta nueva etapa no debe ser solo vivida como un “fin”: es una nueva oportunidad para modificar hábitos, prevenir enfermedades y acompañar el organismo con estrategias saludables, con el fin de preservar la calidad de vida.

La importancia de las hormonas más allá de los síntomas

Las hormonas femeninas no solo regulan el ciclo reproductivo: tienen efectos sistémicos fundamentales. Cuando los niveles hormonales caen, se activan diversos mecanismos fisiológicos que favorecen el desarrollo de enfermedades crónicas:

  • Salud cardiovascular: el estrógeno ejerce efectos favorables sobre el perfil lipídico (aumenta el HDL, reduce lipoproteínas de baja densidad) y modula la función endotelial. Con su descenso, existe un riesgo incrementado de aterosclerosis, hipertensión y enfermedad coronaria.
  • Salud ósea: la pérdida de estrógeno acelera la resorción ósea, favoreciendo la osteoporosis y el riesgo de fracturas vertebrales y de cadera.
  • Metabolismo y resistencia insulínica: la disminución hormonal puede predisponer al aumento de la resistencia a la insulina, ganancia de masa grasa visceral y alteraciones del metabolismo glucolipídico.
  • Salud cognitiva y neurológica: algunas evidencias sugieren que el estrógeno podría tener efectos neuroprotectores (mejorando la plasticidad sináptica, favoreciendo mecanismos antioxidantes y contrarrestando procesos inflamatorios).
  • Salud urogenital: los tejidos vaginales y del tracto urinario dependen de estímulos hormonales para conservar su elasticidad, lubricación y tono. Su atrofia favorece la sequedad, dispareunia e infecciones urinarias recurrentes.

En otras palabras: no se trata solo de aliviar síntomas molestos, sino de intervenir en factores de riesgo que inciden en enfermedades crónicas a mediano y largo plazo.

Estrategias desde la medicina ortomolecular

La medicina ortomolecular se propone optimizar el ambiente interno del organismo mediante recursos nutricionales, antioxidantes, corrección de desequilibrios bioquímicos, suplementación personalizada y estilo de vida (nutrición, ejercicio, manejo del estrés, sueño). En el contexto de la perimenopausia y menopausia, algunas de sus aplicaciones pueden incluir:

  1. Optimización antioxidante y control de la inflamación
    El estrés oxidativo y la inflamación crónica de bajo grado juegan un rol en el envejecimiento celular y la progresión de enfermedades. Suplementos como vitaminas C, E, selenio, coenzima Q10, polifenoles, ácido alfa lipoico, entre otros, pueden modular esos procesos.
  2. Equilibrio de micronutrientes esenciales
    El magnesio, zinc, vitamina D, vitamina K2, calcio, ácidos grasos omega-3, entre otros, son clave en múltiples rutas metabólicas (insulina, función mitocondrial, ósea, inmunidad). Su deficiencia o desequilibrio puede exacerbar los efectos adversos de la caída hormonal.
  3. Modulación hormonal indirecta
    Apoyar los sistemas que regulan la producción o la acción hormonal (hipotálamo-hipófisis, enzimas de conversión, receptor hormonal) usando nutrientes, fitonutrientes (por ejemplo, isoflavonas, lignanos, compuestos del índigo, etc.) con respaldo científico prudente, siempre bajo supervisión.
  4. Soporte metabólico y prevención de disfunciones asociadas
    Mediante nutrición funcional, ayuno controlado, entrenamiento físico, regulación del microbioma y control del peso, se busca mejorar la sensibilidad a la insulina, el perfil lipídico y reducir el riesgo cardiovascular.

La medicina ortomolecular no pretende sustituir terapias hormonales cuando estas están indicadas: su objetivo ideal es actuar sinérgicamente, potenciando bienestar, reduciendo efectos secundarios y mejorando la respuesta global del organismo.

Terapia de reemplazo hormonal (TRH): una herramienta bajo criterios científicos

La TRH consiste en la administración de hormonas (estrógenos, progestágenos, y en algunos casos andrógenos) para compensar la disminución fisiológica que ocurre en la perimenopausia o menopausia. Su objetivo es aliviar los síntomas vasomotores y urogenitales, además de proporcionar beneficios adicionales sobre la salud sistémica.

Beneficios reconocidos y respaldados

  • Reducción efectiva de los bochornos, sudoraciones nocturnas, alteraciones del sueño y síntomas vulvovaginales.
  • Protección contra la pérdida ósea y reducción del riesgo de fracturas en mujeres posmenopáusicas.
  • Potencial efecto favorable en factores metabólicos y cardiovasculares si se inicia en el momento oportuno.

Riesgos y recomendaciones
Como toda intervención médica, la TRH no está exenta de riesgos. Entre los más señalados se encuentran un aumento de riesgo de tromboembolismo, accidente cerebrovascular, enfermedad cardiovascular y cáncer de mama, dependiendo del tipo de hormonas, la vía de administración, dosis, duración del tratamiento y perfil individual de la paciente.

Por eso, para que la TRH sea segura y efectiva, es fundamental:

  • Realizar una evaluación personalizada integral (historia médica, factores de riesgo, pruebas de laboratorio, salud mamaria y ósea, perfil cardiovascular).
  • Iniciar la TRH idealmente en el momento de la transición (o dentro de los primeros años de la menopausia), cuando los riesgos parecen menores y los beneficios mayores.
  • Usar la dosis mínima eficaz durante el tiempo más corto posible, con reevaluaciones periódicas.
  • Elegir la vía de administración más adecuada (oral, transdérmica, local vaginal) para modular riesgos sistémicos.
  • Ajustar y revisar el plan terapéutico de forma continua, en función de cambios en el estado de salud o nuevos hallazgos diagnósticos.

Integración de enfoques: ortomolecular + TRH

La sinergia entre la medicina ortomolecular y la TRH puede ofrecer un camino más equilibrado y holístico. Algunas pautas para una práctica segura y efectiva:

  • Implementar la suplementación ortomolecular de base antes y durante el tratamiento hormonal, para asegurar que no haya deficiencias nutricionales que puedan exacerbar riesgos (por ejemplo, vitamina D adecuada, buen estado óseo, control del metabolismo).
  • Monitoreo funcional y bioquímico frecuente: hormonas, marcadores inflamatorios, perfil lipídico, metabolismo glucídico, función hepática, coagulación, etc.
  • Personalización estricta: no todas las mujeres requieren la misma combinación o dosis hormonal; ni todos los suplementos tienen el mismo efecto en cada biotipo.
  • Enfoque en estilo de vida: alimentación antiinflamatoria, ejercicio, manejo del estrés, sueño, salud intestinal, control del peso, entre otros, como pilares fundamentales que potencian ambas estrategias.
  • Revaluación constante: decidir cuándo promover una retirada gradual de la TRH o ajustes, según el curso individual.